Cuando tenemos el control de la situación comienza la confianza en uno mismo. Cuando reconocemos cada una de las aptitudes y habilidades innatas que disponemos; tomamos decisiones basadas en nuestra valía, y es entonces cuando descubrimos lo que más nos conviene.
Para actuar por nosotros mismos hemos de acabar con la necesidad de agradar a los demás y sustituirla por el compromiso de respetarnos, aunque nuestras opiniones vayan en contra de la opinión popular.
Necesitamos ser atrevidos, tener confianza en nuestras capacidades y valentía para valernos por nosotros mismos sin la ayuda de nadie. También requiere que seamos vulnerables, que escuchemos nuestra voz interior y asumamos riesgos que nos sacan de la seguridad de lo conocido.
Nunca sabemos si lo que pensamos, queremos o creemos nos aportara el futuro que deseamos y a menudo pensamos que los demás lo saben mejor.
Es muy fácil menospreciar nuestras decisiones diciéndonos “no estoy seguro” “no se como hacerlo” o “fulanito sabe mejor que yo”.
Muchas veces dejamos que nuestros temores de no ser lo suficientemente fuertes, buenos, inteligentes o merecedores, ganen la partida.
Cada vez que quieres complacer a otro y cambiar tu verdad por la suya, estás renunciando a algo de tu poder. Te olvidas de quien eres, y entregas a otros las riendas de tu vida.
Ser tu mismo, implica aceptarte tal como eres.
Supone aceptar tus puntos fuertes y débiles, tus aciertos y desaciertos, sin importarte que piensen los demás.
Nuestra sabiduría interior nos habla a través del instinto. Nuestra intuición nos susurra al oído “Despierta presta atención, algo va mal” nuestra intuición es esa llamada a nuestra puerta que dice “hay alguien ahí, algo no va bien, no lo hagas”.
Es más importante que confiemos en sernos fieles a nosotros mismos, que en tener la aprobación de los demás.
Complacer a los demás es una costumbre que algunas personas hemos desarrollado desde jóvenes. Es posible, que aprendieras a que si hacías algo especial, si eras encantador, bailabas, tenías buenos modales o conseguías buenas notas podías ganar afecto y la aprobación deseada.
Para muchos, este patrón de comportamiento comenzó en las relaciones con nuestros padres y es ahora de mayores cuando podemos ser conscientes de que este hábito nos es muy arriesgado.
Si hemos aprendido a renunciar a nuestro poder para conseguir la aprobación de los demás; las obligaciones, los condicionantes y el sentido de culpa, serán los que dictaminen nuestras acciones.
No te olvides de hacerte esta pregunta, ¿Tengo el control de la situación o busco complacer a otro?
Cada vez que cedes tu poder y restas importancia a tus necesidades, seguro que sales perdiendo.