Fijando un objetivo claro

¿Quién eres como persona? ¿Quién eres como político?

Todo comunica

En política, también

La politica deja huella

¿Que legado quieres dejar cuando te marches?

Y acaba la política

Una nueva oportunidad, ¿la quieres?

¿Hay Ética en el Poder?

#CorrupciónNoGracias llegados a este día cabe preguntarse ¿es posible la ética en el poder? Y rotundamente cabe un SÍ. Para ello es necesario acogerse a la historia e ir a las reflexiones de los clásicos para poder revisar el actual sistema democrático y valorar una nueva forma de practicar la política.

La corrupción ha tomado un protagonismo que está alineado con la decadencia de la sociedad. En España culturalmente estábamos tan arraigados a la corrupción, que mientras al ciudadano de a pie las cosas le marchen bien, no tenía la iniciativa de “perder el tiempo” en luchar por sus intereses. Esta creencia ya no existe. La crisis del 2008 ha hecho un cambio de paradigma y seis años después comienza a cuestionarse lo que es aceptable o no por la sociedad.

La gente durante un tiempo confió en su silencio, en no exponer las injusticias y combatirlas, pero cuando carece de privilegios y es llevado a un estado de mayores impuestos y menores beneficios sociales y económicos, unido a una tasa de paro superior al 20% de la población, irremediablemente un estado de supervivencia hace que reclame sus derechos y solicite las obligaciones de sus representantes políticos, incluido el cese de abusos de los recursos públicos en beneficio personal y la devolución de todo lo robado.

La corrupción ha dejado de ser aceptada, por ello el político que sigue pensando que es inmune tiene un mayor riesgo de ser delatado. Hoy en día existe una conciencia social de lo que es admisible frente a una sociedad que está rota en mil pedazos. Los muchos tienen más y los pobres tienen menos. Y estos menos no están dispuestos a dejar pasar las fechorías de sus dirigentes.

La corrupción no es un problema nuevo, ha existido siempre. En la actualidad la creencia generalizada de la sociedad pasa por pensar que todo aquel que se dedica a la política es alguien que hace lo que quiere, que vive del cuento y protesta por todo sin conseguir nada. Además tiene al alcance de su mano innumerables ocasiones para abastecerse de todo lo que considere necesario para seguir manteniendo su enriquecimiento personal a través del poder. Sin embargo, de toda la cifra de políticos españoles que circula en red, desde 100.000 personas datos del INE con los códigos de la Clasificación Nacional de Ocupaciones 2011, hasta las 455.558 que se puede encontrar en Google en diferentes artículos, cabe matizar que no existe un censo real, no todos hacen lo que quieren, ni todos se lucran a través de un sistema que necesita una regeneración profunda en la forma de implementar la política. Existen políticos honestos, políticos que sí ejercen la política desde la honradez; y son la mayoría aunque prácticamente no se les escuche ante el ruido ensordecedor de los que sí son corruptos.

Se hace necesario entender que la sociedad exige una política más transparente, más participativa y colaborativa, dónde no tiene cabida la forma de hacer política de estos últimos treinta años. Los partidos políticos no están comprendiendo el nuevo lenguaje que la sociedad comienza a hablar, y ante esta falta de comunicación entre el gobierno y la sociedad, simplemente se están quedando fuera del marco político. Si queda alguna duda, solo hace falta mirar la penúltima encuesta del CIS del pasado mes de octubre de 2014, donde los partidos mayoritarios pierden fuerza frente a nuevas formaciones políticas. 


En ella, no solo se refleja el avance de Podemos, nuevo partido emergente desde el movimiento del 15M y que se presenta en el marco político nacional como alternativa en las pasadas elecciones europeas, obteniendo por sorpresa 5 diputados como representación en el parlamento europeo. Podemos en la encuesta pasa por encima al PSOE y pisa los talones al PP. El bipartidismo ante la inmovilidad de sus casos de corrupción, está pagando las consecuencias de su desidia e inactividad ante el hartazgo de la sociedad.

Estos datos surgen en plena indignación por el uso de las “Tarjetas black” de Caja Madrid, descubierto el pasado 3 de octubre de 2014, donde decenas de miembros del PP y PSOE e incluidos miembros de IU, son los beneficiados, además durante el transcurso de la encuesta ya había comenzado la crisis del Ebola.

La corrupción, el cohecho y la mentira continuada a la vez que expuesta ante los ojos de la sociedad requieren un cambio radical, donde se hace necesario pensar de forma diferente, con atrevimiento y osadía a la vez que con ambición para poder tomar decisiones que marquen un cambio en el rumbo político español. Sin embargo ¿Qué hace que un político llegue a ser corrupto? El corrupto se siente inmunizado después de cometer los primeros delitos. No siente que hace algo ilegal. Simplemente cree que hace negocios. Su modo de pensamiento pasa por no ser consciente de saber que está haciendo algo ilegal. Solamente aprovecha una oportunidad que está al alcance de muy pocos.

En general un político corrupto suele vivir tranquilamente. En su conciencia no existe el marco de la ética por lo tanto no existe ningún fallo que les pueda ser inaceptables ante sí mismos. Los corruptos no tienen patologías psicológicas y disponen de un gran desarrollo emocional ante situaciones inquietantes como puede ser la culpa o la vergüenza. Es necesario tener en cuenta que estos engranajes de pensamiento los tenemos todos y por ello podemos seguir viviendo, sin embargo en los casos de corrupción estos mecanismos de defensa les ayudan a mantenerse en esos estados delictivos. 

Un buen ejemplo sería el “Caso de Pujol” donde toda la familia está implicada en blanqueo de capitales y fraude fiscal y el Expresidente Jordi Pujol cabe que asuma que deberá admitir el fraude, aunque no le afectará en absoluto. La acción de confesar se convierte en un puro trámite con los que bajo su punto de vista son anodinos. El corrupto analiza cada paso y valora cada acción bajo el parámetro de “es bueno es malo para mí” y según se respondan así obrarán en consecuencia. El peso de la conciencia dentro de la corrupción es prácticamente nulo. El egocentrismo les lleva directamente al narcisismo haciéndoles creer que están por encima del resto. No sienten rubor, degradación o vergüenza, sin embargo cuando están descubiertos surge la rabia, la inquina e incluso ese miedo, temor de no seguir teniendo las cosas bajo control. Afectar inevitablemente les afecta porque lo que viene después es el peso de la ley, y ante eso, nada es previsible aunque si predecible.

Es importante tener en cuenta que uno no puede ser corrupto si no existe la oportunidad de serlo y mientras no exista un castigo ejemplar ante los hechos cometidos, siempre pesará más la oportunidad de hacer, que el deber de no hacer.

Entender que lleva  un político a corromperse pasa por descifrar los escenarios que lo hacen posible. Uno se inicia haciendo pequeños favores para terminar llevándose el mayor trozo del pastel. La oportunidad la ofrece el poder y la política, siempre y cuando esta última no regenere nuevos mecanismos anticorrupción y aplique los ya existentes. Además es necesario modernizar y aportar nuevos recursos en el sistema judicial para que los delitos no se queden en el limbo más tiempo del necesario. Se necesita a su vez mas diligencia en las decisiones de los partidos frente a los hechos de corrupción. 

No hay nada más convincente que un buen ejemplo. Y mientras los valores internos de las organizaciones políticas no sufran el cambio de paradigma que la sociedad ya ha comenzado a realizar, lamentablemente no habrá modificaciones dentro de las reglas del juego de los partidos. Seguiremos teniendo dirigentes impuestos por las élites y oligarquías del poder para que sigan representado a un pueblo que no quiere ser representado por alguien que no decide el mismo.

Poder, Política y Corrupción

La semana pasada se celebró el I Congreso Internacional sobre Calidad Democrática, Buen Gobierno y Lucha contra la Corrupción dónde participé con la ponencia Poder, Política y Corrupción. En ella se aporté desde el plano más personal del político las siete fases por las que pasa un político para llegar a delinquir. Hablamos de auto-engaño, narcisismo, soberbia e ira, así como de cualidades e items que marcan a un corrupto en su ejercicio de la política. Podremos poner todas las medidas para acotar la corrupción desde el plano más burocrático posible, sin embargo ante los valores personales de un político solo podemos estar atentos a sus hechos.

Las siete fases pasan por el Poder, la Política, los Políticos, el Miedo, la Mentira, el Silencio y la Corrupción. A partir de ahí todo es posible. Aquí os dejo el desarrollo del tercer ítem, los Políticos.

Todo político que inicia un proceso de coaching es decir, un entrenamiento personal, lo hace con el fin de cubrir unos objetivos que le lleven a una meta concreta, dentro del ámbito político.

Cabe destacar que el  político que se involucra en una mejora personal habitualmente dispone de tres cualidades. La primera corresponde a la pasión, sin vocación política es difícil mantenerse por mucho tiempo en el entramado político sin cruzar la línea de la deshonestidad con uno mismo. En segundo lugar la responsabilidad, donde se asienta la base de sus valores; y desde donde implementa su estilo de hacer política. Una política que le lleva a ser honrado con aquellos a quienes representa, cumpliendo las obligaciones, tanto en el hacer como en el decidir que requiere un cargo público. Como última aptitud siempre es necesaria e imprescindible la sensatez y/o mesura. Toda aquella persona que quiere dedicarse a la política y por lo tanto ejercer como político necesita grandes dosis de prudencia, sentido común  y moderación para que el poder y el ejercicio de la política no les remplacen de sus objetivos iniciales y su meta final, que va alineada siempre con la primera cualidad, la vocación política al servicio del ciudadano.

Cuando un político se encuentra en la encrucijada de mantenerse en la línea de la Integridad Política le surgen bloqueos, dudas, situaciones conflictivas, inquietudes, reflexiones, aprendizajes, estrategias, conocimiento y descubrimiento de sí mismo, incluidos sus propios puntos ciegos. Esos matices de la personalidad de los que uno no es consciente, o se ve imposibilitado para reconocerlos.  

Todas las personas, incluidas aquellas con dedicación al servicio público en mayor o menor medida tienen cualidades que les imposibilitan y frenan a la hora de alcanzar sus metas.

Existen varias situaciones que hacen que el político entre en una espiral de descontrol de su propio entorno político por su afán de esfuerzo desmedido, su ausencia de la realidad, su necesidad de parecer perfecto, una amplia ambición ciega, la necesidad de reconocimiento constante y una gran sed de poder. Un poder que mal gestionado se convierte en una droga diaria que hace de él un ser incoherente de sus palabras frente a sus hechos.

Por lo tanto y como consecuencia del entorno político actual, el político que reclama la sociedad es lo opuesto a una persona sin valores, sin responsabilidad y sin sentido común. La sociedad exige ante el escenario político y la desafección de la ciudadanía, no por la política sino por el uso que se le está dando, a un político que sepa desarrollar nuevas competencias y habilidades emocionales que le lleven a tomar el lugar que la desconfianza ha colonizado en la última década. La sociedad ya no reclama solo buenos oradores y artistas de la palabra. La ciudadanía ofrece su confianza a aquellos políticos que implementan la política en la que ellos creen independientemente del partido donde militen.

Por ello un primer paso al que se enfrenta un político es tomar conciencia política de las nuevas reglas y corrientes sociales, incluso aquellas que no están en primera línea. Se hace imprescindible para cualquier político saber interpretar adecuadamente la realidad externa así como la realidad interna de los partidos. La política de hoy necesita personas influyentes y persuasivas que sean eficaces y sepan captar la atención de la ciudadanía. Políticos que sepan utilizar estrategias indirectas con el fin de llegar al consenso y obtener el apoyo de los demás.

Inspirar y guiar a la sociedad es una habilidad de pocos, tal como se encuentra el contexto político. Ejercer el liderazgo parte de la base del ejemplo. Es trasladar con hechos lo que se emite con la palabra. El político que capta los sentimientos no expresados de la sociedad y los lleva a una realidad en beneficio de ésta consigue credibilidad.

El político de hoy debe encontrar puntos de encuentro entre el partido, su política y la política que necesita su comunidad, por ello requiere la capacidad de negociar y de saber resolver desacuerdos. El manejo de los conflictos conlleva una disposición de pensamiento interno calmado y la habilidad de expresión adecuada. Por lo tanto la capacidad de escucha dentro de la comunicación, acerca al político a un matiz más humano y menos codicioso pudiendo mostrarse a resolver las cosas dialogando en lugar de dejarse llevar por emociones irracionales que lo posicionan incluso en el ámbito de la agresividad.

El político de hoy necesita descubrirse, conocerse, saber cuáles son sus recursos, capacidades e incluso sus limitaciones y ahí tiene gran importancia el trabajo implementado junto a un Coach Político que ayuda a que el político sea consciente de sus puntos fuertes así como de sus debilidades.

La persona que tiene una adecuada valoración de sí mismo experimenta nuevas alternativas, descubre nuevos puntos de vista que suman a su actividad política; y como consecuencia influyen al desarrollo y mejora de la comunidad. Como resultado obtienen una conciencia emocional trabajada, avanzada de modo que saben reconocer el modo en que sus emociones afectan a sus decisiones y a su vez como sus valores se convierten en la guía de sus decisiones.

Mantener bajo control las emociones e impulsos conflictivos posiciona al político y a su persona en un equilibrio emocionalmente sano. Saber permanecer concentrados, positivos e imperturbables aún en los momentos más críticos, en un entorno donde los intereses, las zancadillas y el ego son los protagonistas principales, requiere un autocontrol que en política se convierte en un "deporte de riesgo". Sin embargo, la política conlleva a su vez una motivación interna orientada al logro, donde a pesar de los inconvenientes surge un impulso que dirige al político a mejorar y satisfacer un modelo de excelencia dentro de su entorno y al servicio de la sociedad.

Esa es la esencia de la política. Cuyos valores necesariamente se asientan en la honestidad, la integridad y la responsabilidad del propio político teniendo la aptitud de admitir y asumir sus propios errores. No dejando de señalar, castigar y reprobar las acciones poco éticas de los demás, incluyendo a su propio entorno e incluso partido, a sabiendas de convertirse en un "renglón torcido" dentro de su propia organización. Y ser ese reglón torcido no significa tener ausencia de compromiso, pues aquel que sintoniza con los objetivos de su partido y con los objetivos de la sociedad está dispuesto a sacrificarse en aras del objetivo superior de su propia organización.

Un político comprometido busca activamente oportunidades para cumplir el cometido de su partido y que a su vez esté alineado con la misión de su proyecto político y con los intereses de la sociedad. Un político que se anticipa, reconoce y satisface las necesidades de los demás está orientado hacia el servicio percibiendo de forma activa los sentimientos y puntos de vista de su propio entorno e interesándose activamente por comprender a los demás.

La política actual pide cultivar y comprender las distintas visiones del mundo, siendo sensibles a las diferencias existentes entre diferentes partidos e ideologías. Esto ofrece una oportunidad al político de aprovechar la diversidad en beneficio de la mayoría y no al interés de un grupo minoritario. Para ello el político debe tener una sensación muy clara de su valor y de sus capacidades. La confianza en sí mismo conlleva el poder expresar puntos de vista impopulares, dentro y fuera del partido, y defender sin apoyo de nadie aquello que considera correcto para el ejercicio de su/la política.

Así mismo los políticos de hoy han de darse cuenta de las necesidades del desarrollo de los demás y ayudar a fomentar las habilidades de su propio equipo. El crecimiento de las personas que acompañan al político es proporcionalmente beneficioso al conjunto del entorno y como consecuencia hacia la propia sociedad.

Estar abierto a ideas y enfoques nuevos siendo lo suficientemente flexible para responder rápidamente a los cambios es una cualidad vital de cualquier persona que desee dedicarse a la política. La innovación y la adaptabilidad son exigidas en el arte de hacer política pues nada permanece estático y ninguna acción consensuada dura más de una centuria, por eso la confianza en uno mismo, especialmente la seguridad es lo que permite al político ajustar, adecuar y pactar sin reserva las iniciativas anteriormente tomadas en el caso que así la realidad lo exija.

En política prever con optimismo e iniciativa un futuro a corto y medio plazo es en sí crear el sueño que toda sociedad anhela. Saltarse las rutinas habituales cuando la situación así lo requiere para llevar a cabo el objetivo marcado es una oportunidad demasiado generosa que en otros ámbitos es inviable adecuar. La política lleva como compañeros de viaje a "obstáculo" y a "contratiempo" y saber viajar con estas circunstancias sin pensar que son fallos personales es una idoneidad que lleva al político a trabajar más desde la expectativa del éxito que desde el miedo al fracaso.

Si una persona toma la decisión de dedicarse a la política, si tiene ese sentimiento o vocación política y un día desaparece, lo mejor que puede hacer es marcharse. Un buen político debe tener responsabilidad pública como bien se exponía al inicio de esta sección,  pues para hacer cosas es necesario tener ganas de hacer esas cosas y ante todo hacerlas bien. Si al contrario de todas las habilidades descritas para ser un buen político la ambición ciega y desmedida se cruza en el camino del político, entonces comenzará un trayecto sin retorno, que tiene como meta final, una habitación de cinco metros, con barrotes como única decoración. Y ahí, solamente ahí, es cuando uno volviendo la vista atrás y el camino recorrido, uno es consciente que la mentira, el miedo y el silencio fueron los peores compañeros de viaje. 

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